sábado, 11 de diciembre de 2010

Si existiera un dios... (Fernando Cruz)

Y ahí estaba, en su habitación, viendo como caía el tiempo en su reloj de arena. Viendo también como pasaba la gente por la calle a través de su ventanta. Cerró los ojos un momento y disfrutó de ser y no ser al mismo tiempo, podía ver todo sin ser visto, podía saber todo lo que ocurría y nadie sabría lo que pasaba con él pudo haber perdido la cuenta de cuánto tiempo había gastado haciendo ésto si no fuera por aquellos granos que caían en su reloj . Pensó que así se debe de sentir un dios, y luego cayó en la cuenta, Dios debe sentirse bastante solo.

martes, 30 de noviembre de 2010

Manto de Tinta. (Fernando Cruz)

Dicen que el escritor si no se muere de hambre se muere de frío, o al menos eso siempre fue lo que le dijeron, intentando disuadirlo de lo que él creía ser su vocación, su único llamado en esta vida. Decidió, más tarde que temprano, avocarse al cien a lo que él quería, a estar con sus amigas, las letras que siempre le ayudaban y descubrió que todos estaban equivocados. Dicen que el escritor si no se muere de hambre se muere de frío, no es cierto, el escritor  siempre puede comer sueños y taparse con un manto de palabras entretejido con papel.

Roja Sandía (Bruno Langle)

El pobre hombre no sabía ni que decir, había sido interrogado y humillado de una manera tan despreocupada que no tenía una sola palabra que pronunciar; después de todo, qué se contesta a semejante pregunta. "Un merengue" pensó con sarcasmo, "quizás hasta una sandía" ,de todos modos a ella le daría igual, le sería indiferente , no le quitaría el sueño ni mucho menos. Estaba acostumbrada. Al verla a ella tan seria y a la expectativa el no hizo más que pedir un cuchillo , el cual la joven le pasó de inmediato sin una gota de preocupación, miedo o alguna emoción que la hiciera parecer humana. Lo único que la hizo reaccionar fue el gran y húmedo charco que se fue formando en el piso y que, poco a poco, la logró liberar.

sábado, 27 de noviembre de 2010

Somos de sueño. (Fernando Cruz)

Sonrío, ya no le quedaba nada más que hacer, ya la habían abandonado, había quedado sola, haciendo justicia a su nombre. Por eso sonreía Soledad, recordaba a su padre, siempre diciéndole "Somos de sueños hijita, todos y cada uno de nosotros estamos hechos de sueños.". Así era que le había intentado levantar los ánimos siempre de pequeña, y le había creído, había creído  que los sueños de cada uno le podrían cambiar. Ahora quelos veía derrumbarse frente a sus ojos, supo que su padre le había mentido. Por más triste que fuera la verdad era la misma, no estamos hechos de sueños, estamos hechos de realidad.

La memoria. (Fernando Cruz)

Para Becca, (hola, por primera vez):
Sufría de un defecto en la memoria, una bendita maldición, nació sabiéndolo todo, su memoria funcionaba al revés que la de la gente común. Iba con cada minuto que pasaba olvidando y sabía que quedaría reducido en un momento a un anciano, que nada sabía. Un día le dio un último adiós a ella, sin saber lo importante que se convertiría, día a día iba olvidando lo que pasaban juntos, mientras ella almacenaba esas memorias y intentaba, inútilmente, crearle memorias artificiales mediante relatos. Sabía lo que tenía que hacer y lo hizo, sabía que no podía tenerla sujeta a él, que iba a olvidarla y todo con ella. Así que, con lágrimas en los ojos, la saludó por primera vez.

martes, 23 de noviembre de 2010

Caminar (Fernando Cruz)

Un gusto que recién adquiría y se sentía feliz de hacerlo, de poder salir a una calle y fundirse, ser una cara más, gozar de no ser reconocido, intentar averiguar las historias de los demás sin que supiesen la propia. Así iba, en su recién adquirido hábito, recorrer las calles de Montevideo. ¡Ah! Con gusto contagioso iba, perdiéndose en un frenesí y fue en un momento que la vió, la vió y supo que no podría volver a darse el lujo de salir a caminar. No es que no quisiera pero era el miedo, ¿qué tal si se la volvía a encontrar?, si caminando volvía a ver sus ojos, su piel y ,tal vez, su alma. Pues ya lo había hecho antes, antes ya la había mirado y ella a él. Se conformó entonces con quedarse en su casa, en su cuarto, soñando con salir. Yo, por otro lado, suelo caminar todos los días y dar la vuelta, imprudentemente, en cada esquina.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Aves de Paso (Fernando Cruz)

El hombre despertó, postrado en aquella cama de la que ya no podía levantarse, sus fuerzas tenía rato que le habían abandonado. Aquella enfermedad ya le tenía vencido desde hace un tiempo, lo único que le mantenía vivo era aquella máquina a la cual estaba conectado. Se conformaba con el único pasatiempo posible para él, observar a las palomas que se postraban sobre el techo contiguo.

    Recordaba vagamente a dos pequeños, un niño y una niña, ambos sonrientes, ambos de ojos azules, de un caracter juguetón y afable.

   Los pasos que resonaban en el corredor lo sacaron de sus cavilaciones, vio entrar a una enfermera, seguida de un hombre y una mujer, los reconocío como los niños de se recuerdo, sólo por los ojos, ya que en todo lo demás habían cambiado. Ya no sonreían, ambos se veían solemnes y con una gran congoja, fue entonces que el joven le asintió a la enfermera, que desconectó el aparato al cual se encontraba conectado, la mujer rompió a llorar y a refugiarse dentro de los brazos del joven hombre, que a su vez también lloraba, pero de esto jamás se enteró el hombre, ya que se había distraído viendo como las palomas volaban en coro, perdiéndose en el horizonte, en lo desconocido.