martes, 24 de mayo de 2011

Haikú (Cruz)

 Fantasía

Cierro los ojos
Volando a oscuras
Luz, qué lastima!

El músico (Cruz)

Desde pequeño oír música había sido uno de sus grandes placeres, creció oyendo, gracias al total melómano que era su padre, discos de vinil del mismo Louis Armstrong y, desde pequeño se enamoró del jazz. A pesar de todos los esfuerzos por parte de su familia, jamás había querido, de niño aprender a tocar ningún instrumento. Aún así Javier nunca dejó de amar el jazz y acostumbraba ir, por lo menos dos veces por semana al mismo bar dónde tocaba un conjunto al que apreciaba mucho. Todos eran adultos mayores, pero el que destacaba era el baterista, se veía el más viejo de todos y; sin embargo tocaba impresionantemente bien, ylo disfrutaba, todo el tiempo tenía una energía inmensa y una sonrisa en la cara. A veces daba  la espalda al público, haciendo una breve pausa, y regresaba a tener esa energía. Decidió que si había un momento, era ése. Buscó al hombre después de que cerraran el bar y lo convenció de enseñarle a tocar. Resultó ser un prodigio. Absorbía toda la información que se le daba. Por fin llegó el día, en que pudo tocar frente a la gente. Tomó sus baquetas con un entusiasmo indescriptible y empezó a tocar, tocar. Poco a poco su entusiasmo iba cambiando, y entendía cada vez más a su profesor, hasta que dio la vuelta, quedando de espaldas al público, dejó de sonreír y se secó una lágrima. Todo eran tiempos, notas, acordes, progresiones.  La música había perdido su belleza. Volteó, le sonrió la público y siguió tocando.

Desde pequeño oír música había sido uno de sus grandes placeres, creció oyendo, gracias al total melómano que era su padre, discos de vinil del mismo Louis Armstrong y, desde pequeño se enamoró del jazz. A pesar de todos los esfuerzos por parte de su familia, jamás había querido aprender a tocar ningún instrumento. Aún así Javier nunca dejó de amar el jazz y acostumbraba ir, por lo menos dos veces por semana ,al mismo bar dónde tocaba un conjunto al que apreciaba mucho. Todos eran adultos mayores, pero el que destacaba era el baterista, se veía el más viejo de todos y, sin embargo, tocaba impresionantemente bien.Además lo disfrutaba, todo el tiempo tenía una energía inmensa y una sonrisa en la cara. A veces daba la espalda al público, haciendo una breve pausa, y regresaba a tener esa energía. Decidió que si había un momento, era ése. Buscó al hombre después de que cerraran el bar y lo convenció de enseñarle a tocar. Resultó ser un prodigio. Absorbía toda la información que se le daba. 
Por fin llegó el día, en que pudo tocar frente a la gente. Tomó sus baquetas con un entusiasmo indescriptible y empezó a tocar, tocar. Poco a poco su entusiasmo iba cambiando, y entendía cada vez más a su profesor, hasta que dió la vuelta, quedando de espaldas al público, dejó de sonreír y se secó una lágrima.Todo eran tiempos, notas, acordes. La música había perdido la belleza. Volteó, le sonrió la público y siguió tocando.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Jamás (Cruz)

"Jamás fuimos nada, verdad?" preguntó Sofía, sin lágrimas en los ojos, pero con tristeza en la voz, y con aquella mirada de quien se da cuenta de algo que antes había pasado por alto. La verdad, no supe qué contestarle, me le quedé viendo directo a los ojos, a los que ahora asomaba algún atisbo de una lágrima furtiva, que quería escapar, no resistí su mirada por mucho tiempo. No podía sostenerle la mirada así que la volví a sus pies, cómo deseaba poder amarla, en serio lo deseaba. Pero la verdad era otra, lamentemente. Ahí fue cuando la vi, directo a los ojos, de nuevo, pero ahora sí se me ocurrió una respuesta, y tuve la misma mirada, me di cuenta de algo que había pasado por alto: "Te equivocas de medio a medio, siempre fuimos tú y yo, sólo que jamás nosotros."
Cruzloya

martes, 17 de mayo de 2011

Vacío ( Cruz)

"Estoy muerto, no existe otra explicación" pensó, "No hay más, es la única explicación plausible". en su mente tenía sentido, de qué otra manera era posible que no recordara nada, absolutamente nada, de su pasado. Por un momento se sintió aliviado, al parecer, había vida después de la muerte; sin embargo poco a poco empezó a asaltarlo un sentimiento de impotencia, al tratar de recordar algo, lo que fuera. ¡Algo tenía que venir a su mente! Se preguntaba de todo, su nombre, familia, amigos y ¡NADA! un completo y total vacío dentro de su mente y alma. Empezó a retorcerse de uan inquietud y un miedo total. De pronto... despertó. Se encontró bañado en un sudor frío, completamete agitado, "No hay otra explicación", pensó, "en verdad tengo que estar muerto."

El Regalo (Cruzpiñón) y El Agradecimiento (Cruzloya)

Cuando nació mi nieto, busqué en un cajón donde guardo mis pensamientos, mis ideas; una que otra ternura que ha gastado el uso, un impulso aquí, un enojo allá; confundido todo con pedazos de risas y lagrimas embebidas en una tela suave, de terciopelo rojo. Ahí busqué una piedrita mágica que a veces aparece de cuando en cuando, en cajones olvidados. Pensé hacer con la piedrita un amuleto que pudiera llevar el niño en la muñeca, en el cuello, en el dedo, para que lo cuidara de maleficios y peligros; para que le evitara cualquier mal, cualquier daño. Y creciera feliz y sano.

Pero no encontré la piedrita mágica; en cambio, untada en el fondo del cajón, encontré un pedacito de mi alma, casi invisible, que una vez rasgué por descuido. Y, sin que nadie me viera, se lo dejé en las manos para sentir siempre la caricia de mi nieto en lo más profundo de mí ser.

Cruzpiñón


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El día que murió mi abuelo, mis hermanos, yo y mi primo. Unidos todos en la congoja empezamos a buscar por aquí y por allá pequeñas cosas, para recordarlo. Utensilios antes usados, cuya única utilidad ahora era la de hacernos recordarlo. Recuerdos de pasiones, de dolores, impulsos, tal vez uno que otro enojo. Y encontramos varios de ellos, que cada uno atesoró a su manera.


Algunos días después nos encontramos una materia traslúcida, que parecía rasgada, colgada de una pequeña, delgada y, sobre todo, muy fina cadena alrededor de nuestras muñecas. Asombrados vimos que cada pedazo embonaba con el anterior. Sorprendidos, quisimos averiguar qué era. Llegamos a la conclusión de que era un pedazo de su alma. Nos llenamos de una alegría incontrolable, al fin, así jamás tendríamos que renunciar a las caricias y, ¿por qué no?, tampoco los tiernos reproches del abuelo, que si nos quedamos callados, podemos oír de su voz, emanando de ese pequeño pedazo  de alma, que queda siempre en nosotros. Y él, por su parte, está seguro que jamás dejará de sentir esa tierna caricia, de todos en lo más profundo de su ser. 
CruzLoya

Nacer (García)

No fue el destino
sino la vida
quien me hizo ver
que sin ti no vivía

Aunque estabas lejos
te sentia cerca

Y esa curva de tus labios
Que me hace enloquecer
Solo con pensar en ella
Yo me siento renacer

Nunca nací, jamas viví
hasta sentirme junto de ti

Yo siempre te he de soñar,
para asi a otro mundo volar
Y no quiero dejar de flotar
Para nunca dejarte de amar