Son aquellos momentos tan cortos de la vida los que les dan sentido. Por eso aquí te pedimos que te tomes un momento para sentirlos, para ponerte en la piel de otros. Contribuidores: Bruno Langle, Luis Ponce, Alejandra Gómez (Pato de Hule), Israel García, Fernando Cruz
sábado, 8 de octubre de 2011
Llovió (Cruz)
Llovía -no de esas lluvias tímidas que se apenan de mojar a la gente- no, ésta era una lluvia cabal, grande y madura, que sabía perfectamente qué debía mojar y lo hacía. A Miguel no le preocupaba en lo más mínimo. Siempre le pareció que la lluvia se llevaba sus culpas y lo absolvía de cualquier acto, sin importar cuan malo fuera. Fue por eso que no se apresuró a llegar a casa. Llegó tarde, cosa que ya era costumbre, pero por lo menos ahora tenía la excusa de la lluvia. Su línea de trabajo necesitaba que se quedase un poco después de los demás en la oficina. Desviar recursos no era fácil, pero le permitía llevar un estilo de vida opulento con el que siempre había soñado. Al carajo unas vacunas perdidas, o unas cuantas calles descuidadas; podía permitirse un televisor enorme que, equipado con sistema de sonido, exhibía como trofeo a la mitad de su sala. Llegó a darse un baño ,no quería que la bendita absolución le diese un resfriado, pero antes de hacerlo sonó su teléfono:
-- ¿Bueno?
-- Miguel, soy Juan, tenemos que hablar. En persona. ¿Tienes un momento?
--Es urgente. Llego en menos de cinco minutos.
Miguel en ese momento cubrió el micrófono y soltó un improperio, ahí iba su baño, sin embargo al destapar el micrófono para hablar nuevamente
intentó sonar jovial:
--Claro, nos vemos entonces.
--Hasta pronto.
En ese momento tuvo que contentarse con pasarse una toalla por el cuerpo y cambiarse de ropa, lo cual lo dejó bastante seco. Entonces sonó el timbre y fue al encuentro de su amigo.
--Gracias por abrirme rápido que me estaba empapando.
--No, no te preocupes. Pasa, adelante.
--Tengo que hablar contigo.
--Sí, me lo dejaste en claro. Dime: ¿Qué pasa?
--Se están robando los fondos que nos han dado.
En ese momento sintió Miguel una gota de sudor frío deslizarse por su espalda, y se fue acercando poco a poco a su escritorio, mientras Juan dejaba su empapada gabardina, paraguas y portafolio cuidadosamente sobre, ante y debajo del perchero de la entrada.
--No puede ser. ¿Qué te hace decir eso? ¿Cómo te diste cuenta?
Se sorprendió ante su propia facilidad para mentir.
-- Hay unos gastos sin fundamento, voy por las hojas, ahí lo puedes ver.
Fue entonces que Juan se volteó para ir a su portafolio y Miguel abrió rápidamente el cajón y haciendo el clic característico, empuñó su revolver . Este sonido causó que Juan se volviese apenas pudiendo ver su cara de asombro cuando apretó el gatillo. La bala impactó de lleno en su frente. Miguel siempre había sido un buen tirador.
Fue cosa de minutos, perdidos en la indecisión sobre que hacer con el cuerpo inanimado de su antiguo amigo, que llegó la policía. Lo sacaron de su casa y el hombre se echó a llorar. Creyeron que era una argucia, ya se había visto antes que alguien llorara para hacer notar que no quisieron matar al ya occiso. Sin embargo, cuando lo interrogaron al respecto sólo dijo: "Llovía, mi ropa estaba empapada, moría de frío, pero.. estaba seco."
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